Joacanán… una mujer sin más allá

Seminario a cargo de Rodolfo Marcos-Turnbull

Con la participación del crítico musical Ricardo Marcos González

Argumento

En Una mujer sin más allá, la injerencia divina III, Jean Allouch propone la relación de Salomé, la protagonista de la tragedia de Oscar Wilde, con Joacanán a quien todo pide, como “inversa” a lo que sucede entre Ferdinand Alquié y Amélie Grimal, esa mujer objeto “sin más allá”. Esta propuesta permite una lectura muy diferente de las que se han hecho hasta ahora de la tragedia de Oscar Wilde, Salomé cuyo eje argumental gira en torno a la visión que Salomé tiene de su objeto de amor, Joacanán.

La tragedia en un acto que Wilde escribió en su annus mirabilis de grandes producciones presenta una Salomé para quien todo se juega en un mínimo y pequeño detalle que implica toda una vida: que Joacanán la deje besarlo. El personaje, el más complejo de todos cuantos delineó Wilde, no puede concebir el rechazo de este “enigmático” hombre. Para ello, pone en juego lo único de lo que puede disponer: la vida de Joacanán… y la suya propia.

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En 1905, cinco años después de la muerte de Oscar Wilde, se estrenó en Berlín, bajo la dirección de Max Reinhardt, una puesta en escena de la pieza en su traducción al alemán basada en la también traducida al inglés, hecha por Hedwig Lachmann.

Reinhardt organizaba en Berlín pequeñas reuniones privadas dentro del Hotel Arnim, a la manera de lo que después devendría el Cabaret berlinés de los años 20, en un salón adecuadamente llamado “Schall un Rauch” (sinsentido) A la prèmiere de esas representaciones, que se llevó a cabo el 15 de noviembre de 1902, asistió Richard Strauss.

No fue la única vez que este compositor, como nos recuerda Allouch, escribió una obra donde el personaje se encuentra en ese lugar fuera del cual no hay más allá: con él, en el decir de algunos, se inicia la música contemporánea; Strauss compuso también Ariadna en Naxos y La mujer sin sombra. ¿Qué tanto estas dos obras están influidas —temáticamente— por ese más que poderoso personaje wildeano?

Propongo una conversación en la que, a partir de la proyección de la ópera Salomé de Richard Strauss, podamos reflexionar y discutir este patrón de relación amorosa que resulta más presente y más frecuente de lo que en ocasiones se está dispuesto a reconocer, sobre todo, en la medida en que para quien lo experimenta, no hay ya nada más que tenga valor en el mundo y cuya consecuencia resulta ser el final de un camino.

Se proyectará la puesta en escena de una versión que se hizo para la televisión en 1976.[1] Se trata, más que de una ópera filmada, de una película de la ópera. Como cualquier filme, se detuvo para repetir escenas, tener otras tomas, corregir “errores”, etc., lo que demandó un esfuerzo notable de los intérpretes, en especial de los cantantes. La puesta en escena estuvo a cargo de Götz Friedrich y el elenco estuvo encabezado por Teresa Stratas en el papel de Salomé; incluyó a Hans Beirer como Herodes, Astrid Varnay como Herodías, Bernd Weikl como Jokanaan, Wieslaw Orchman como Narraboth y Hanna Schwarz como el paje.

La dirección musical es de Karl Böhm al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena.

Bibliografía

Jean Allouch, Una mujer sin más allá. La injerencia divina III, Ferdinand Alquié, Jacques Lacan, Friedrich Nietzsche, tr. Silvio Mattoni, El cuenco de plata, Buenos Aires, 2015.

Oscar Wilde, Salomé, tr. Juan Tovar, TEXTOS de me cayó el veinte, México, invierno de 2013.

Rodolfo Marcos-Turnbull, Oscar Wilde. El amor de lo imposible, me cayó el veinte, col. Ta Erotiká, México, 2013.

[1] Richard Strauss, Salome, DVD, video Unitel Classical, Deutsche Grammophon Gmbh, Hamburg, 1974.

Imagen: Gustave Moreau, “La aparición” (1874-1876)