¿El amor es el amor cortés?

La primera vez que Lacan habló a los asistentes a su seminario acerca de la fin’amor (amor cortés) fue el 19 de diciembre de 1956 durante su seminario La relación de objeto. La última fue el 15 de marzo de 1977, en una sesión de L’insu…

Entre estas dos fechas pude ubicar una cuarentena de ocasiones en que habló, se refirió, se valió del amor cortés en su enseñanza. En cuatro de ellas lo hizo tres veces en sus Escritos y una más en lo que se agrupó como Otros escritos. Todas las demás fueron en diferentes sesiones de trece seminarios (incluyendo a los dos ya mencionados). De las cuarenta y dos ocasiones en que pude localizar a esta figura del amor en la enseñanza de Lacan, cuatro veces aparece por escrito y en forma oral en treinta y ocho sesiones de trece seminarios diferentes.

¿Por qué se valió Lacan de esa figura del amor -muy probablemente más que de cualquier otra- a lo largo de buena parte de su enseñanza? ¿Por qué recurrió y se valió de ella en la transmisión del psicoanálisis?, ¿de qué y para qué le sirvió?

¿Qué fue el amor cortés y qué elementos de esta figura histórico-literaria del amor lo capturaron de manera tal como para haber recurrido y haberse servido de ella al grado que, en la penúltima de todas las ocasiones en las que apareciera en su enseñanza la fin’amor, Lacan estableció -cosa nada usual- un “principio” (sic), pues hasta donde yo recuerdo, nunca, en ninguna otra ocasión, a ningún otro enunciado le otorgó o lo invistió con el casi nobiliario título de “principio”?

Esto ocurrió en el transcurso de la sesión del 8 de enero de 1974 del seminario Los no incautos yerran. Ese día Lacan afirmó categóricamente: “Esto es lo que dije al articular este principio: que el amor es el amor cortés” (Et c’est là ce que j’ai dit en articulant ce principe: que l’amour c’est l’amour courtois). Ya antes, en otras sesiones, había dicho cosas tales como: “El amor cortés, más que ningún otro, se jacta de ser el que da lo que no tiene”. Por ahora, bastan estas dos referencias para darnos cuenta de la importancia que esta figura del amor tuvo para Lacan.

Mi trabajo con este tema no ha consistido en la mera localización ni en la enumeración de las referencias, no ha sido una operación de establecer una cartografía para después copiar y pegar las citas en un documento.

He intentado dar cuenta de todas y cada una de esas menciones, primero ubicándolas y después estableciendo conjeturas para poder responder por lo menos a las siguientes preguntas: ¿Por qué en tal texto escrito o en tal referencia oral durante tal o cual seminario, así como también en tal o cual sesión de dicho seminario, por qué en ese preciso momento de esa sesión habló del amor cortés?, ¿a partir de qué y por qué trajo a colación a la fin’amor al psicoanálisis y a la transmisión de éste en su enseñanza?

Ahora, gracias a la invitación del grupo de estudio Lacan: una lectura bilingüe y a Jorge Huerta, quien lo anima, podré dialogar con quienes estén dispuestos a hacerlo.