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La ineluctable paradoja de lo visual

Andamiajes lacanianos nómades


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21 Avril 2021 - Andamiajes lacanianos nómades

Andamiajes lacanianos nómades (on line)

Patricia Garrido, México

La ineluctable paradoja de lo visual

 

Por los deseos. Fragmentos por los que nos levantamos.
G-D Huberman en  Sublevaciones[1].
México 20.07.18.

 

Algunos artistas y activistas visuales, con su propuesta estética,  están particularmente interesado en reflexionar alrededor de las problemáticas de la superficie, a través del tropo piel. Un interés por la superficie contrario al síntoma.

¿Qué formas toma la  re-inscripción de la vida, la muerte y el cuerpo vía el acto estético? ¿Podrían ser generadoras de subjetividades imprevistas? A partir de ciertos elementos críticos, en esta ocasión, sin apresuramiento y sin generalidades, me concentraré en dos propuestas de una activista visual sudafricana -fotografías que exploran el amor y el sexo interraciales, la vida queer misma.

Hay nociones innovadoras que nos ayudan a pensar nuestra nueva relación con las imágenes. Se sabe, en efecto, que el desarrollo continúo de tecnologías ópticas y mediáticas no cesa de abrir nuestra existencia a formas inéditas de visualización y de experiencia visual, al dar a las imágenes una centralidad nueva.  Hay mutación en el estatus de las imágenes que parece invocar una forma de inversión “platónica” (Delueze),  ampliamente explorado por el arte moderno.  Es sobre esa base que a partir de los años 80 del siglo XX comenzó a evocarse, un “giro icónico“ iconic o pictural turn, o aún, Ikonische wende. Imponiendo un análisis renovado del estatus contemporáneo de las imágenes.

Lo que vemos no vale -no vive- a nuestros ojos más que por lo que nos mira. Por lo tanto,  ¿habría que volver a partir de esa paradoja?, Joyce la escribió con claridad: “ineluctable modalidad de lo visible” en un párrafo de Ulises[2]. “la visión se topa siempre con el ineluctable volumen de los cuerpos humanos.  In bodies, escribe Joyce, sugiriendo ya que los cuerpos esos objetos primeros de todo conocimiento y de toda visibilidad, son cosas para tocar, acariciar, obstáculos, contra los cuales “golpearse la sesera”, pero también cosas de las que salir y a las que entrar, volúmenes dotados de vacío, de bolsillos, de receptáculos orgánicos, bocas, sexos, tal vez el ojo mismo. Joyce, “nos enseña que ver no se piensa y no se siente, en última instancia, sino en una experiencia del tacto”. George -Didi Huberman[3].

Por otra parte, sólo nos ubicamos en lo visible a través de cierta percepción de la duración. Es difícil separa lo visible del tiempo. Pero,  ¿de qué modo  el ver y  el estar en el tiempo no se separan o incluso se comprenden?

“Ver el tiempo” decía la fotógrafa portuguesa, Helena Almeida,  es una experiencia que compromete especialmente toda la contribución de las imágenes.  Tiempo puesto en ritmos por los mismos movimientos recíprocos de lo visible y de quien ve. Aunque, se trata de no inmovilizar las imágenes, no aislarlas de su propia capacidad para hacer sensible cierto instante, cierto lapso, cierto deseo.  Las imágenes son a la vez movimiento y tiempo.

Hay una herencia logocéntrica, un privilegio dado a la dimensión del lenguaje, pero, “hablar no es ver”, “lo que se ve no se aloja jamás en lo que se dice”, advierte Blanchot.[4]

Que se dependa del significante, como también de la mirada nos empuja a pensar que la subjetivación no se reduce a un proceso de simbolización, y la división del sujeto no se reduce a aquella lingüística del sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación. Lacan, “Hay algo, verdaderamente, que decir, a saber, el orden de la comunicación que pasa por la mirada. Eso, en efecto, no es del lenguaje.”[5]

Hay una disyunción irreductible entre los enunciados y las visibilidades. No soy la misma, en los dispositivos de visibilidad, que en  los regímenes de enunciados.

Hay una topología lacaniana de la pulsión escópica en la que,  la inscripción de ver está en lo visto. “Yo que veo las cosas y las cosas que me miran”. Esta estructura fundamental  hace que  la mirada esté en las cosas, sobrepasando el marco fundamental de la relación analítica.

¿Es que la subjetivación puede experimentarse en lo visible, tanto, sino más que lo decible?  Es en tanto que este visible es dominio o régimen de signos antes que ser medio físico o campo escópico

Es la estructura del sujeto escópico del que se trata y no del campo de la visión. Enseguida vemos que hay ahí un campo en el que el sujeto está implicado de una manera inminente. Ya que para nosotros, – cuando digo nosotros, le digo, yo y ustedes, Michel Foucault – que nos interesamos respecto a las palabras y las cosa ya que al fin de cuentas, no es de otra cosa de lo que se trata en el psicoanálisis, vemos efectivamente , en seguida, también, que este sujeto escópico interesa eminentemente a la función del signo. Se trata […]pues, de otra dimensión que podríamos calificar, en el sentido elemental de la palabra, de física que representa el campo visual en sí mismo[6].

El signo en cuestión, signo de lo visible, ¿no son signos significantes, no son signos del lenguaje, no semiotizan?

Miércoles 21 de Abril: 21hs Argentina, Uruguay, Chile, Brasil.
20hs. Paraguay
18hs Costa Rica
19 hs México
2hs del jueves 22 en Francia

Unirse a la reunión Zoom:
https://us02web.zoom.us/j/6416703269
(actividad libre y gratuita)

 

[1] Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) México.

[2] James Joyce, Ulises, Tr. Marcelo Zabaloy, Edgardo Russo. El cuenco de Plata.Argentina, 2017.

[3] Georges- Didi Huberman, Lo que vemos, lo que nos mira. Ed. Manantial, Argentina, 1992.

[4] Michel Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI editores, México, 1986.

[5] Jacques Lacan, L’Object de la  psychanalyse 1965-1966. Inédito, sesión del 1 de junio de 1966.

[6] Ibid, Sesión del 18 de m ayo de 1966.

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  • 21 Avril 2021