La singularidad ¿cuándo llegará?

Para comenzar, en el léxico el término “singularidad significa la especificidad, la particularidad, la individualidad”. Pero, ¡es polisémica!^[1]. “Cada uno es un poema” dice Lacan para indicar que el psicoanálisis no apunta al universal en el sujeto, sino en lo que hay de más singular en el ser hablante.

Una tensión fecunda existe entre el saber y la práctica del psicoanálisis, ni método, ni reglas, ni recetas, tan sólo una larga preparación. Siempre hay algo singular en todo encuentro es un especie de procedimiento de “pick-me-up” de “pik-up” en el diccionario= acontecimiento, ocasión, aceleración de motor, captura de ondas, y además el sentido sexual del término^[2]. Una especie de procedimiento  de azar o de tirada única cada vez que confluyen los heterogéneos, pura producción.

Reconocer es lo contrario del encuentro^[3] ,  toda sesión analítica que tiende a reducirse casi al instante no se trata de “reencuentro” “de encontrar ahí” o estar en terrenos conocidos: es encontrarse con lo desconocido, con lo contingente, con lo indeterminado, con lo singular, son momentos de suspenso del saber que nos interesan aquí, ya que son, paradójicamente, constitutivos de una escucha atenta de lo inaudito puesto que nos arranca de la pendiente resbalosa de la generalización y nos ponen fuera del punto de vista diagnóstico; flotante vía regia a lo vivo de la estructura subjetiva.

El singular no es un singular precisamente solitario, un “uno” que vendrá ahí donde los otros no llegan, emerge en el entre-dos-disimétrico de forma que entre los dos pase algo. Algo que no estaba ni en uno ni en otro dominio toma singularidad ante y entre los otros; “uno” no lo encuentra solo.

Es hacer pasar una línea  entre – dos. Es de un trazado clínico que el movimiento se produce siempre en el no-saber del analista y a espaldas (l’insu) del analizante en el preciso instante en el que parpadea; hay devenires que actúan en silencio que casi son imperceptibles.

El psicoanálisis propone una idea inédita de lo singular. Uno de los modos de aproximación es cuando se dice “el sínthoma es lo que hay de singular en cada individuo”^[4] o  cuando el psicoanálisis se caracteriza teniendo como dominio “lo que hay de más singular en el ser hablante”^[5], esta última acepción no es conforme a la perspectiva común según la cual “todo hombre es único” puesto que liga la idea del individuo con aquella del todo. Hay una solidaridad del tema de lo único con el tema de la salvación de las almas y el mediador conceptuoso es la noción de totalidad. La singularidad es una categoría lógica^[6], y siempre en el límite de la lógica es menos una categoría lógica que especifica la cantidad de un juicio (Aristóteles) o la cuantificación de la variable de una función (Frege).

Las fórmulas de la sexuación de Lacan tienen un interés aquí, es porque ellas nos conducen a lugares distintos de los de la vida cotidiana. En éstas el estatus de la excepción por donde lo masculino se debate con la ley del todo y la extraterritorialidad de lo femenino en una posición pastout erosionan de una manera definitiva el Todo que no es más lo total y lo único, que no es más el Uno donde se encontraría la esencia del Todo.

Esto se complica en la medida en que el instrumento lógico de base -lo mismo, lo otro, la diferencia, lo propio, lo idéntico, lo semejante- se refiere de entrada para articular sea lo que sea de los sexos en el orden del discurso.

Lacan apenas intentó ordenar algo de los dos sexos e inmediatamente se lo ve recurrir al arsenal de la lógica tradicional de las proposiciones universales afirmativas y negativas escoltados por perspectivas particulares. Muy prontamente, una aislada ráfaga se asoma al comienzo de 1962  y vuelve en los años setentas para dar a través de la lenta construcción de sus “fórmulas de la sexuación” una plena extensión lógica a su provocadora afirmación “No hay relación sexual”^[7].

Para adentrarnos a la temática propongo el siguiente ejercicio de lectura al volver sobre algunas sesiones de los seminarios y otros escritos, sin dejar de pasar por el inédito seminario de L’identificación sesiones de 10 y 17 de enero de 1962.

El acto analítico (1967-1968)

L’Étourdit (1972)

…O peor /El saber del psicoanalista (1971-1972).

Aún  (1972-1973)

François Jullien, L’inouï. Ed. Grasset, París, enero, 2019.

Guy Le Gaufey,  Le pastout de Lacan, consistance logique, conséquences cliniques. Ed.  Epel, París, 2006. (Hay versión en español en El cuenco de plata)

*+Sustancia Móvil de Berta Kolteniuk  Interacción: Franghia Ballesteros Fotografía y edición: Ollin Y. Miranda. Estudio 71, Arte Contemporáneo, Sinagoga Histórica,​ México, 2015

https://www.bertakolteniuk.com/sustancia-movil?fbclid=IwAR1agpWVcA_lNceC_AYPMuDgENSv8y8v4ml_ZqWXSZ9s5Ng6nBjywiuRO30

^[1]En el dominio de la ciencia “la singularidad” es el punto a partir del cual las reglas no serán las mismas. Tomemos ejemplos, “la singularidad gravitacional es el sitio, al acercarse a un agujero negro, a partir del cual el cambio radical de las condiciones hacen que las leyes de la físicas se vuelvan completamente diferentes, e incluso imprevisibles e incalculables. O “la singularidad matemática” es el momento a partir del cual la derivada de la curva, cambia completamente la dirección. La  futura “singularidad tecnológica”  el momento -no muy lejano- en el que el mundo funcionará de una manera esencialmente diferente, por ahora inimaginable, que vendrá de facto por el cambio radical de condiciones socio-técnicas producidas por el crecimiento exponencial de las capacidades cognitivas y operativas de las máquinas (robots).

^[2] Deleuze, Dialógos, PreT- textos, 2004, p.14.

^[3] id, 13

^[4] Jacques Lacan, en Joyce le symptôme ,conferencia el 1 de junio de 1975, obertura del V international symposium  james Joyce

^[5] Jacques Lacan,”L’Étourdit” , En Otros Escritos, Paidós, 2012.

^[6]En Sobre la interpretación, Aristóteles definió lo singular (kath’hékaston) como aquello que es propio de uno solo; para el caso del hombre, Schopenhauer lo denominó “núcleo de nuestro ser” y lo entendió como una voluntad inconsciente (“unseres Willens, welcher der Kern unseres Wesens ist”); Freud, que lo tomó de allí, remplazó la ambigua voluntad por el más preciso deseo, dotó al inconsciente de leyes propias que ya no permitían identificarlo con la mera falta de conciencia, identificó ese “núcleo del ser” con las “mociones de deseos inconscientes [que conllevan] una compulsión”.

^[7] Guy Le Gaufey, pas tout Lacan, Ed. Elp, París, 2015.