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Psicoanálisis: ¿qué decir del fin?

Conversation


Dernière date

16 Octobre 2021 - Conversation

Vivimos (todos los seres sobre Terra) en tiempos perturbadores,
tiempos confusos, tiempos turbios y problemáticos. La tarea es
volvernos capaces de dar respuesta de manera recíproca, en todos
nuestros arrogantes tipos. Los tiempos confusos están anegados de
dolor y alegría; de patrones ampliamente injustos de dolor y alegría,
de un innecesario asesinato de la continuidad, pero también
de un resurgimiento necesario

-Donna Haraway.[1]

 

En 1915 Freud escribió un texto que resultó ser fundamental para la construcción del campo de lo que hoy se conoce como la praxis del psicoanálisis[2]. En ese escrito, se preguntaba por el estatuto del inconsciente. ¿Se trataba de un lugar o de una cualidad distinta de los contenidos ya considerados propios de la conciencia? Casi al final del primer capítulo Freud se plantea el problema a partir de una paradoja: “el inconsciente se nos presenta como continuación del animismo primitivo, que donde quiera espejeaba homólogos de nuestra conciencia, al mismo tiempo que como continuación del problema kantiano, el cual se sostenía a partir de la incognoscibilidad del objeto en sí mismo.”[3] En el caso del psicoanálisis, señala nuestro autor, se trataba de un objeto interior el cual, al igual que la cosa en sí, nos era inaccesible.

Así pues, por un lado, eso que en otras cosmovisiones estaba vertido hacia el mundo externo, en términos de entidades o deidades, desde el psicoanálisis se planteaban más bien como el resultado de una condición subjetiva. De esta manera, esta práctica en tanto heredera de la ilustración, parecía desmantelar la existencia de los espectros, la magia o cualquier otro planteamiento de carácter no racional (en términos de lo que definía como razón desde la ilustración) para introducir en cambio, un problema a nivel psíquico. Sin embargo, Freud no dejaba de retomar el carácter kantiano de lo incognoscible que hacía que lo inconsciente fuera estrictamente inconsciente. Esta manera de plantear el problema, se sostiene en el dualismo kantiano y como resultado, el psicoanálisis hereda de su creador un terreno sumamente pantanoso, dado que “como lo físico, tampoco lo psíquico es necesariamente en realidad, como se nos aparece.”[4]

Es interesante encontrar las múltiples referencias en Freud y en Lacan a Kant porque muestra cómo ha sido un referente importante, es decir un punto de partida. Hoy en día, una las discusiones en el terreno de la filosofía y de la antropología consiste en la posibilidad de salir del dualismo fenómeno/noúmeno kantiano. Autores como Isabelle Stengers, Bruno Latour, Phillip Descolá, Eduardo Viveiros de Castro, Deborah Danowski y Juliana Fausto, entre otros, han abierto brecha en esta dirección.

Han pasado ya más de 100 años del planteamiento freudiano y el psicoanálisis ha tenido un desenvolvimiento bastante distinto de lo que su fundador hubiera imaginado, habiendo quedado marginado absorbido y despojado de aquello que fue una “herida para la humanidad”. Sin embargo, no es asombroso que esto esté siendo así. Freud mismo sabía que su “descubrimiento” estaba destinado a tropezar con múltiples dificultades y resistencias y sabía que quizá sería necesario estar preparado para el fracaso, pero el fracaso con el que nos enfrentamos hoy es muy distinto del fracaso al que en todo caso, hubiera podido imaginar Freud, pero quizá no por eso, ajeno a los planteamientos que de alguna manera también dieron vida al psicoanálisis. Nos encontramos en medio de una crisis mundial sanitaria que nos revela que la idea de progreso gestada por la ilustración e implementada como modernidad por parte de todos los estados-nación no ha hecho más que acelerar la destrucción del planeta en la medida en que ha alterado los distintos hábitats para extraer recursos naturales y construir grandes bloques de cemento.

Dice Bruno Latour en Esperando a Gaia. Componer el mundo común mediante las artes y la política:

¿Qué se supone que debemos hacer ante una crisis ecológica que no se parece a ninguna crisis bélica o económica que hayamos conocido y cuya escala, si bien sin duda es formidable, estamos de algún modo acostumbrados porque su origen es humano, demasiado humano? ¿Qué hacer cuando se nos dice, día tras día y de maneras cada vez más estridentes, que nuestra civilización actual está condenada y que hemos alterado tanto la Tierra misma que no hay forma de que vuelva a ninguno de los diversos estados estacionarios del pasado? (…)¿qué hacemos cuando las preguntas son demasiado grandes…? (…)¿Hay alguna manera de salvar la distancia entre la escala que tienen los fenómenos de los que oímos hablar y el minúsculo Umwelt dentro del cual somos testigos, como un pez en su pecera, del océano de catástrofes que supuestamente van a desatarse? [5]

 

Y aunque en psicoanálisis no nos autoricemos a hablar del “mundo” ni de “lo común”, esta situación no deja de plantearnos problemas porque parece insoslayable asentir que esto nos concierne de algún modo, aunque aún debamos dirimir de qué modo.

Hoy a la luz de esta manera de vivir, se nos muestra que el sueño de la modernidad es una de las maquinarias de destrucción más potentes e insensibles que han existido. En medio de esta situación, ¿cómo pensar nuestra práctica como psicoanalistas? Es decir, esta situación de crisis que nos aparece tan inmensa no obstante, es una situación de la cual hemos participado todos, ¿acaso no hay elementos subjetivos, en tanto precursores o como efecto de todo esto, de los que deberíamos ocuparnos desde nuestra práctica analítica?, ¿qué de los planteamientos del inconsciente y de su inaccesibilidad podrían estar jugados aquí?, ¿es que ellos no aparecen aún en los análisis o es que no sabemos cómo leerlos?

La inclusión de los animales otros que humanos- tal como los llama Juliana Fausto en Cosmopolítica de los animales-[6] en estas consideraciones, parece cada vez más urgente como salida al excepcionalismo especista humano. No en el sentido de producir : “…normas y directrices, ya que los caminos son tan múltiples como los modos de cohabitar el mundo por incontables poblaciones animales (…) no se trata entonces de un trabajo sobre ética o sobre una teoría política animal que advenga de esta, sino de un trabajo que pretende dislocar el sentido de lo que se llama política.”[7]

Freud no se sintió ajeno a la situación de su época e incluso dejó constancia de ello, por ejemplo, en la correspondencia con Einstein, en donde intercambian ideas en relación a ¿por qué la guerra?[8], Freud ahí argumenta que la cultura es resultado de una renuncia pulsional y que todas las culturas están constituidas a partir de una desigualdad ineludible, aún cuando se construyan instituciones que supuestamente garantizarían la estabilidad de la comunidad. Tampoco Lacan se mantuvo al margen de los movimientos que sacudieron las bases del sistema político y social en mayo del 68, aunque su posición fue mucho más crítica al lanzar consignas como la de “ustedes lo que buscan es otro Amo”, consignas que lo llevaron a la construcción de los cuatros discursos. ¿por qué nosotrxs no diríamos nada de lo que ya no se limita a una crisis del sistema político o económico, sino que es definido como una crisis planetaria? Pero, ¿desde que lugar hacerlo? ¿Cuál es la especificidad de lo que podríamos decir y hacer desde el discurso analítico?

Quizás, en principio se trate de oír lo que desde otros discursos se dice al respecto así como habilitar lecturas desde la clínica analítica misma.

Danowski y Viveiros de Castro[9] hablan de negacionismo, para caracterizar el modo generalizado en que eludimos la cuestión del probable o inminente fin de la Tierra. Es posible establecer lazos con la noción de negación y forclusión en psicoanálisis, a pesar de lo cual- como Danowski misma lo muestra[10]– no parece demasiado evidente el recurso al psicoanálisis para dar cuenta de esta situación. No obstante, parece posible tomar este gesto como un guiño e incluso como una demanda al psicoanálisis, para que salga de su mutismo.

—–

[1] Donna J. Haraway, Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno. Trad. Helen Torres. Ed. Consonni,                                                                                            Bilbao, 2019.

[2] Sigmund Freud, Lo Inconsciente (1915). Obras Completas Vol. XIV. Ed. Amorrórtu; Buenos Aires, 1984.

[3] Ibíd.,p. 167.

[4] Ibíd., p. 167.

[5] Bruno Latour. Esperando a Gaia. Componer el mundo común mediante las artes y la política. Cuadernos de Otra parte, 2019. http://www.bruno-latour.fr/sites/default/files/downloads/124-GAIA-SPEAP-SPANISHpdf.pdf

[6] Juliana Fausto de Souza Coutinho. A cosmopolítica dos animais. Tesis de doctorado en Filosofía del Departamento de Filosofía de la PUC-Rio. Orientadora: Deborah Danowski. Universidad Católica do Río de Janeiro; 2017.

[7] Ibíd., p.13. La traducción es nuestra.

[8] Freud ¿Por qué la guerra? (1933) Obras Completas Vol XXII, Amorrortu, Buenos Aires, 1979.

[9] Deborah Danowski y Eduardo Viveiros de Castro, Un mundo por venir. Ensayo sobre los miedos y los fines. Ed Caja negra, Buenos Aires, 2019.

[10] Encuentro con Déborah Danowski. Estudios en Teoría Política

https://youtu.be/Yhy_U3Yyg4k

 

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Psicoanálisis: ¿Qué decir del fin?
Actividad que consistirá de tres encuentros separados:
18 de septiembre 13:00 hrs. Ciudad de México. 15:00 hrs. Córdoba.
Conversación entre Emmanuel Biset y Helena Maldonado: Soñar lejos. Sobre los fines de este mundo.
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